domingo, 13 de abril de 2014

Shakira y los ecos tardíos de las tendencias

El décimo disco de la cantante lleva su nombre pero eso no significa que sea personal

Que Shakira diga que su nuevo disco es “ecléctico” es apenas una sutileza. Hay literalmente de todo, y eso –al menos en este caso– no es algo positivo. Hay reggae y ska; hay pop, rock e incluso country; hay baladas y canciones de discoteca; está la Shakira introspectiva y la que intenta rapear. Hay tanta cosa que no es nada.

Aquí en el hemisferio sur Shakira era sinónimo de Pies descalzos, Ciega sordomuda, Ojos así y el MTV Unplugged que varios se deben saber de memoria. Para los oyentes del hemisferio norte, el año cero de Shakira son esas famosas caderas que no mienten, seguidas por su encarnación licantrópica y el Waka Waka, que supo dominar 2010 y luego, como todo, cayó en el olvido por cansancio.

Es por eso que medios como Rolling Stone y Billboard no encuentran el punto problemático de Shakira. De hecho la puntuaron con tres estrellas y media uno , y 88/100 el otro. Acá, los latinos, sabemos que puede más y mejor. Y en este disco parece que apenas está intentando.

Luego de cuatro años de su anterior disco, Shakira parece haber llegado tarde a la fiesta musical y toma fórmulas que ya funcionaron en las radios, pero hace unos años atrás.

En canciones como The One Thing y Spotlight siguió los pasos del manual de Taylor Swift con introducciones acústicas, seguidas de un pop divertido y confesional. De hecho Spotlight podría perfectamente ser una segunda parte (un poco más madura, concedámosle eso) de I Knew You Were Trouble.

Y si hablamos del llamado crossover del country al pop, Shakira también lo tiene.

Luego de su paso por el reality The Voice, la colombiana reclutó al jurado y cantante Blake Shelton para acompañarla en Medicine. En los comentarios del disco –que se pueden escuchar en Spotify– la cantante afirma que una de las canciones más personales del disco, irónicamente, es en la que menos suena como Shakira. Pero si su última frontera a conquistar era el mediooeste estadounidense, y la idea era sonar en las radios, puede entenderse la razón de esta canción.

En este disco también tiene otro himno para el Mundial: La La La. El tema tiene tres versiones diferentes: una en inglés (donde el rapeo parece una mala imitación de Pitbull), una en español y otra en portugués junto a Carlinhos Brown.

Aquí les tomó prestados los productores a Kesha, Katy Perry y Miley Cyrus para hacer una canción que, si bien apela a hacer bailar a todo el mundo (literalmente), es una electrónica quedada en el tiempo y demasiado parecida al dúo LMFAO como para codearse con los hits actuales.

Lo mismo pasa con You Don’t Care About Me, su intento de replicar un Somebody That I Used To Know. Hacerlo dos años después de su pico de éxito, ya es un poco triste.

Pero no vayan a acusar a Shakira de haberse olvidado de sus raíces –de hecho sus viajes a la peluquería son asiduos–, porque también intenta revivir su parte “caribeña”, con Cut Me Deep y Can’t Remember to Forget You. Esta última (mejor conocida como “la canción con Rihanna”) se adentra en un ska, que podría haber sido un buen tema si no sintiera la necesidad de ponerse a roquear sin sentido aparente.

La Shakira de antes creaba tendencias: lo que empezó como una celebración de sus raíces libanesas con Ojos así después provocó que todas las estrellas pop, desde Britney a Beyoncé, tuvieran que aprender la danza del vientre. Ahora se dedica a replicar las modas cuando ya están en baja. Los que todavía extrañan a la vieja Shakira, este es el umbral definitivo. Abandonen toda esperanza.

Fuente: observador.com.uy

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