martes, 20 de septiembre de 2011

La quinceañera que se suicidó porque no la dejaron ver a Shakira

Los hechos ocurrieron en una modesta vivienda del barrio Villa Estadio. Ella se llamaba Ana Beibys Andrade Retallán, y apenas tenía quince años. La adolescente estaba muy ilusionada con el concierto. Era una imitadora de Shakira: se vestía como ella, trataba de cantar como ella y a su manera también se hacía las trencitas.

Un día antes del concierto, según lo relata su abuela Esther Moreno, se apareció la madre de la quinceañera, quien había abandonado a su hija. Hacía cinco años que no la veían. Las palabras de Esther reconstruyen aquel día negro que todavía le arranca lágrimas:

“La mamá nunca tuvo que ver con la nieta. La dejó abandonada junto con otro hermano de ella, quien también murió cuando prestaba el servicio militar, durante un combate, seis meses antes de la tragedia. Cuando la madre se enteró de que su hija se iba al concierto se opuso rotundamente, y como ella era una niña muy obediente, porque siempre estudió en colegios religiosos, le hizo caso. Ella insistió varias veces para que la dejaran ir, pero la madre fue inflexible.

La madre se separó de mi hijo, Víctor Andrade, y pasaban años sin que viniera a verlos. Quien tenía que ver con ella era yo, que vivía pendiente de todas sus cosas, y el padre, que trabajaba en un compañía pesquera. Él siempre nos mandaba dinero y llamaba para saber de nosotros. Siempre estaba viajando.

Ese día Ana Beibys regresó triste del colegio y no quiso almorzar. Había estado muy ilusionada con el concierto. Sus compañeras tenían una cámara para tomarle fotos a Shakira. Ella volvió a rogarle a su madre, a suplicarle que la dejara ir, pero la respuesta siempre fue no. Luego compró dos gaseosas, me dio una y subió a su cuarto con la otra. La tragedia fue a las siete de la noche. ¡Esa noche estaba vestida como Shakira! Nosotros nos dimos cuenta de lo que estaba pasando porque el papá llamó para saber de todos y solicitó que ella pasara al teléfono. Su primita, que en ese entonces tenía diez años, subió al cuarto y se cansó de llamarla y de tocar. En vista de que no contestaba, abrió la puerta de la habitación y la vio con los dedos doblados y como haciéndole señas de que se acercara. Ella, con el cuerpo morado, llamaba como para atraer la atención y decir algo, pero la prima estaba aterrorizada y no era para menos. Comenzó a gritar.

Subimos a auxiliarla. La llevamos a un puesto de salud, pero era demasiado tarde. Ana Beibys había ingerido cianuro. La madre nunca se sintió culpable de nada. Asistió al sepelio, y así como llegó se marchó. No se sabe donde vive. Ella quería que su hija se fuera con ella, pero la hija decía que se había criado conmigo y que conmigo se iba a quedar.

Varias veces le dije que fuera a ese concierto, que yo le daba permiso, pero ella no quiso desobedecer a su madre. Ella solo vino a buscar la muerte de su hija.

Ana Beibys no dejó carta ni nada. Nadie podía imaginarse que ella podía actuar tan demencialmente… Era una jovencita alegre. Su muerte conmocionó al barrio. Nadie lo podía creer”.

Su prima Angie Andrade, aunque por entonces era una niñita, sabe lo suficiente para completar la historia de su abuela:

“Voy a revelar lo que mi abuela nunca supo: ella tenía un novio, su nombre era Alejandro, y vivía por aquí cerca. Cuando mi prima murió, él se afectó bastante y empezó a tomar mucho y le dio una enfermedad. A causa de eso murió. Fíjese todo el drama que formó el bendito concierto de Shakira”.

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