jueves, 24 de septiembre de 2015

Shakira: "Antes era todo yo y ahora soy sólo un satélite"

La artista ha encontrado su sitio, pero su cabeza no para: la ocupan la música, su fundación, su pareja y sus hijos.

Su voz suena relajada y con un punto de cansancio que se diluye enseguida: “No importa, podemos seguir un poco más”, le dice a quien cronometra con amabilidad, pero milimétricamente, el tiempo asignado a la entrevista. Es un viernes por la tarde, y Shakira sigue explicando a buen ritmo su bien hilvanado discurso. Es fácil conectar con ella mientras habla de amor, de proyectos, de niños, de su fundación Pies Descalzos y de su activo papel en defensa del acceso universal a una educación de calidad y en la concienciación de la importancia del desarrollo en la primera infancia. No es una estrella más sacando brillo mediático a su filantropía: Shakira creó su fundación a los 18 años, una edad en la que parece más fácil invertir en caprichos y modelazos que en el futuro de los demás, así que se ha ganado la credibilidad a pulso. La colombiana tiene muy claro que “la educación es clave para erradicar la pobreza” porque lo ha visto con sus propios ojos, no en los libros ni de la mano de los expertos.

A sus 38 años, es madre de dos hijos: Milan (cerca de cumplir dos años) y Sasha, nacido el pasado 29 de enero, fruto de su relación con el jugador del FC Barcelona Gerard Piqué. Se la adivina feliz y cómoda en su piel, quizás porque siempre supo que su mundo y sus intereses iban mucho más allá de su célebre movimiento de caderas. Como su héroe favorito de ficción, Harry Potter, sabe que la magia hay que currársela a diario. Al margen de sus proyectos musicales se ha implicado en el desarrollo de juguetes para la estimulación temprana –“fui a buscar yo a la empresa, no al revés”– y continúa desarrollando nuevos perfumes con Puig. Hay muchas mujeres y matices en Shakira, como en casi todas: tan pronto se sube a unos tacones imposibles para mostrar su lado más sexy en videoclips de alto voltaje – “el empoderamiento es también sentirse sexy”, ha declarado– como se tira descalza por los suelos para que, jugando, su hijo aprenda a leer las primeras palabras (del balón se ocupa papá).
Fiel a su consigna de “nunca tener un lema porque cada día uno cambia de opinión y de ideas”, la estrella ha evolucionado. Fuera del escrutinio público, ha pasado de ser el centro de su universo a ser “sólo un satélite”, y no le importa decir alto y claro que necesita “el amor para sobrevivir”. En las redes sociales deja instantáneas y retazos de su vida, ya sea una visita de Juan Luis Guerra o un momento de pausa en el trabajo con su entrenadora personal, Anna Kaiser, que se ocupa de que las curvas se mantengan en su sitio. Shakira define su carácter como “perseverante”, así que cuidar su físico no es problema, aunque a veces se conceda a sí misma la indulgencia de un buen chocolate.
Es una mujer con poder, y no sólo por los muchos millones de discos vendidos en todo el planeta. Embajadora de buena voluntad de Unicef, homenajeada por la ONU por la creación de su fundación, nombrada asesora de la Comisión para la Excelencia Educativa de los hispanos por Barack Obama en el 2011… Los líderes mundiales la reciben y la escuchan. Tiene influencia, y eso, en el mundo actual, cotiza más que el oro.
Tiene 33 millones de seguidores en Twitter y 101 millones de fans en Facebook. ¿No le da vértigo que haya tanta gente pendiente de su mínimo gesto?
Me he ido acostumbrando y amoldando a la fama gradualmente porque, de una forma u otra, la empecé a saborear muy pronto, a los 13 años. Sé bien que no todo lo que implica es de color de rosa, pero es la única vida que conozco. Aunque sobreviviría en el anonimato, eso seguro. Antes tenía una vida nómada, pero ya no estoy sola en el mundo, y con familia los paparazzi son más incómodos.
Ha dicho que “la fama no se puede tomar a la ligera”…
Sí, y siempre he intentado utilizarla como altavoz en favor de aquellos a los que no se les escucha. Vivimos en un mundo encogido, en el que todo acto tiene consecuencias e impacta en los otros. Todo es una hipérbole, todo se exagera. Quiero aprovechar mi influencia al máximo para intentar movilizar a los dirigentes mundiales y a la opinión pública en temas como el acceso a la educación o la importancia de la educación temprana. He estado comprometida con estos asuntos desde muy joven.
Es usted una referencia para mucha gente, pero ¿cuáles son sus referentes?
Muchísimos. Gente que ha hecho grandes cosas y héroes anónimos que he conocido y que marcan la diferencia en el mundo día a día. También siento gran admiración por la escritora Marguerite Yourcenar o por Brigitte Bardot, en cuestión de estilo, pero mi madre, mis padres, han sido mi gran referente. Mi familia puede reclamar el crédito de que yo sea una persona sana a pesar de moverme en un mundo que a veces tira para lados opuestos. Hacemos lo que vemos en casa, y ahora que soy madre tengo aún más claro que no hay otra forma de educar que con el ejemplo.
¿La maternidad ha cambiado mucho sus prioridades?
Antes era todo yo, yo, yo. Era el centro de todo, y ahora soy sólo un satélite.
Pese a su corta edad, su Milan ya conoce su fundación Pies Descalzos. ¿Qué valores quiere transmitir a sus hijos?
Quiero que desarrollen conciencia social, que sepan que cada ser humano es importante en el planeta. Que sean buenas personas, comprensivos y responsables. Que entiendan que hay que tratar a todos por igual. Me gustaría que comprendieran que son unos privilegiados y que pueden ayudar a construir un mundo mejor. No hay que esperar con los brazos cruzados a que otros lo hagan.
Para alcanzar objetivos hay que planificarlos antes en la cabeza. ¿Qué ronda por la suya respecto a su futuro?
Estoy siempre pensando, ¡por eso no puedo hacer la siesta! Ahora lo que centra más mi atención son mis hijos, Milan y Sasha. Me cuesta dejar de pensar en ellos. Lo que más deseo es conservar el amor y la familia que tengo. Necesito el amor para sobrevivir.
¿Es esa su idea de la felicidad?
Mi idea de felicidad total es estar en paz y en armonía. Estar rodeada de mis seres queridos y poder compartir y disfrutarlo todo con ellos.
¿Cómo se plantea sus próximos proyectos?
Pasé mucho tiempo en los inicios de mi carrera trabajando sin descanso, empezando nuevos proyectos apenas terminaba los anteriores, y, aunque en ese momento me funcionó, creo que ese ritmo no es sostenible a la larga. Ahora con cada uno me tomo el tiempo necesario de dedicación para quedarme contenta al 100% con el resultado final. No tengo un método definido, pero sólo necesito esa chispa inicial de inspiración para impulsar un proyecto como un disco, por ejemplo, y de ahí ya voy hacia adelante. No sé otra forma de hacer las cosas.
¿Qué sonido le gustaría explorar en sus próximos trabajos?
Siempre me gusta experimentar con nuevos sonidos: quizás ahora que estoy instalada en España se notarán algunas influencias españolas. Pero no me limito. En el estudio prefiero dejarme llevar y ver dónde me dirige la música.
¿Qué ha aprendido a lo largo de todos estos años?
Que lo mejor que puedo hacer es ser fiel a mí misma; el resultado puede ser un éxito o no, pero con que mi trabajo siempre refleje lo mejor de mí, puedo dormir tranquila.
¿Hay algo que le quite el sueño?
Creo que la indiferencia puede ser uno de esos temores ocultos.
¿Cambiaría algo de sí misma si pudiera?
Cuando tenía 20 años hubiera contestado a esta pregunta con al menos diez cosas. Hoy día no cambiaría nada. Con el tiempo aprendes a aceptarte y quererte como eres.

Dice a menudo que la parte que más le gusta de usted es la sonrisa. ¿Qué la hace reír?
Las pelis malas, Seinfeld y estar con mis amigos.
¿Y llorar?
Un mal día.
¿Hay algo que no soporte o tolere en nadie?
La mentira.
¿Tiene usted también algún defecto que le cueste controlar?
Según dice mi equipo... el pecadillo de la tardanza (risas).
¿Cuál diría que es tu posesión más preciada?
Mi voz. No sólo para cantar, sino también para poder ser vocera de los niños en mi cruzada por la educación.
Cantó a la intuición de las mujeres, ¿sigue su instinto?
En general lo sigo, pero me gusta saber la opinión de otros para poder tener otra perspectiva.
Siempre ha sido usted muy luchadora. ¿Qué vale la pena reivindicar ahora mismo?
Que la educación de calidad no sea un lujo o un privilegio reservado a unos pocos, sino un derecho para todos. Y entender que es responsabilidad de todos conseguirlo. También lucharía sin dudarlo para defender el amor y la familia.
Cuando la entrevisté antes del Mundial de fútbol de Sudáfrica me habló de la importancia de romper el círculo de pobreza extrema y de la educación como la mejor herramienta para cambiar el mundo. ¿Ha visto algún avance en los últimos cinco años? ¿Vamos a mejor o a peor?
Se va avanzando poco a poco, porque la gente joven sabe cómo puede cambiar las cosas y un líder mundial como Obama no deja de hablar de la importancia de la primera infancia en todos sus discursos, por ejemplo, pero queda muchísimo por hacer. Es algo sobre lo que no me importa ser muy vehemente, insistente y reiterativa hasta la saciedad. Los primeros cinco o seis años de vida son estratégicos para el futuro de los niños, ahora estoy enfocada más que nunca en eso, es una etapa en la que los niños están formando sus capacidades y los hábitos que les pueden ayudar a tener éxito en la escuela y en la vida.
¿Cómo se impulsaría su avance de forma más efectiva?
Hay que lograr una gran coalición social entre los poderes sociales, económicos y políticos porque ya es vox pópuli su importancia. Y hacer una campaña de concienciación que incluya a madres, padres y profesores, porque estimular a los niños es responsabilidad de todos. Y seguir trabajando: Pies Descalzos ha abierto dos centros más en Colombia de ECD (siglas en inglés de desarrollo temprano de la infancia, early childhood development).
El juego es muy importante en esa etapa de la vida. ¿Eso es lo que la ha llevado a diseñar sus propios juguetes educativos para una marca de juguetes?
Las madres necesitamos herramientas para educar a los niños, y por eso fui yo quien se acercó a la empresa de juguetes con algunas ideas para estimular y desarrollar el cerebro de los niños a través del juego. La parte que me corresponda del proyecto se invertirá al 100% en proyectos educativos en Latinoamérica.
¿Cuál fue el primer juguete que le vino a la cabeza?
Un gimnasio con forma de piano para que los bebés empiecen a mover sus piernas con música. A Sasha le gusta mucho ¡empieza a ponerse en forma, como sus padres! (risas). También hay anillos y unos bloques de cubos con letras que invitan a empezar a leer y que uso para jugar con Milan. Ahora, con dos años y medio, ya lee bastantes palabras. Disfruto mucho enseñando, contando historias…
Usted ha evolucionado en los últimos cinco años, ¿también lo han hecho sus perfumes?
Por supuesto. Algunos de los acordes más fuertes reflejan el momento en el que estaba en plena creación. Todos (ha desarrollado seis de la mano de Puig) tienen un encanto para mí porque reflejan diferentes estados de humor o cuando quieres destacar cierto aspecto de tu personalidad por encima de otro. Cada uno tiene su momento, pero ahora mismo Rock! es mi favorito. Su frescura invita a usarlo de día, pero ­también es moderno y sexy para llevarlo de noche con una minifalda.
Si pudiera escoger una de sus canciones para transformarla en perfume, ¿cuál sería?
¡Qué pregunta más difícil! Nunca lo pensé… Sería divertido transformar una de las canciones más rockeras, como Inevitable o Si te vas… ¡Pero no sé cómo olerían! Atrevidos, al menos, seguro que serían.
Hábleme de su relación con Puig y de nuevos proyectos...
Con Puig hubo química ensegui­da. Es una empresa familiar con una larga trayectoria y un méto­do muy creativo de trabajar y, como artista, me identifico con ese modo de hacer las cosas. Están comprometidos con la calidad y la atención a los míni­mos detalles. Y yo, que también soy perfeccionista y comprome­tida, sentí que eran el socio ideal. ¿Qué será lo próximo? Quizás un perfume para hombres o unisex... Sería un reto interesante.
Éxito con la música, la familia, sus proyectos. ¿Algún consejo para los que quieran perseguir su sueño?
Que no se rindan nunca.a.

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