martes, 22 de octubre de 2013

Los sueños del equipo “Shakira, pies descalzos”

En la Vía Perimetral hay dos héroes que con mucho esfuerzo intentan cambiar la vida de los niños de esas comunidades inmersas en la pobreza, la violencia y la falta de oportunidades.
Pablo Conde Mercado y Ángel Rafael Sierra Gaspar son dos hombres que le apostaron al cambio social desde el deporte sin tener más experiencia que las ganas de ocupar el tiempo de los niños en algo productivo.
“Uno no quiere esas peleas y si uno no lo quiere tiene que trabajar en algo. La gente se reúne y parece una corrida de toros. Todo el mundo sale a ver las peleas y nosotros no queríamos eso”, expresa Ángel Rafael Sierra Gaspar.
Por eso, estos dos valientes dejan de lado el rebusque diario de sus familias dos veces a la semana en las tardes para entrenar con sus equipos de niños entre los 8 y los 13 años.
Pablo Conde Mercado practica hace 2 meses a un grupo de niños de la Calle de La Cruz de El Líbano, mientras que Ángel Rafael Sierra Gaspar entrena a los niños de Boston, a su equipo lo llaman “Shakira, pies descalzos” pues sus recursos no alcanzan para unos zapatos con qué practicar.
“Nos dicen así porque ellos juegan con el pie pelao, algunos vienen con un zapato de uno y otro de otro porque en ocasiones los encuentran por ahí tirados y así. Porque lo que quieren es hacer deporte, pero las peleas dejan vidrios y piedras tiradas y eso es peligroso para ellos y además se dañan los balones”, explica.
Dice que los grupos duran una hora llamándose de en las esquinas. Los jóvenes de El Líbano y los de Boston se convocan desde las 2 de la tarde y a las 3 la lluvia de piedras comienza. Los heridos son constantes y los niños son testigos frecuentes y a veces hasta participan.
“Los niños estudian en la mañana, así que tenemos que practicar en la tarde, pero las peleas de pandillas no lo permiten. A veces tenemos que irnos corriendo porque nos sacan o practicamos a un lado del colegio porque acá en el terraplén no podemos”, dice el entrenador.
Su sueño es que las peleas cesen y que los apoyen para organizar un campeonato en su propia cancha, ya sin piedras y vidrios, pero con recursos para pagar el árbitro y comprar zapatos a los niños.
Sus pies y sus balones sufren por las piedras y los vidrios que las pandillas dejan a su paso tras las peleas que protagonizan en las tardes.

Fuente: eluniversal

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