La revista Semana, de Bogotá, Colombia, investigó la
demanda que Antonio de la Rúa interpuso ante la Justicia de Nueva York
contra Shakira Isabel Mebarak Ripoll, su ex pareja. Ella presentó
demandas contra él en las jurisdicciones de Uruguay y de islas Bahamas.
En el caso de la demanda principal, ante la Corte del 2do. Distrito de
Nueva York, es la jurisdicción en la que, entre otros magistrados, es
competente Thomas Griesa...
Antonio de la Rúa descansaba en Punta del Este, Uruguay, cuando le llegó un e-mail de Shakira dos días antes del fin de año de 2010.
Ella estaba en China y ambos, que llevaban diez años recorriendo el
mundo en las agotadoras giras de la cantante, se tomaban una pausa. El
más reciente tour había terminado su primera etapa; en el año
nuevo los esperaba Europa. Pero Shakira, que estaba agotada, tecleaba
desde su BlackBerry. No quería hablar de negocios, ni de logística, ni
de la venta de boletas. “Amor –le escribía–. Estoy viendo a Piqué (…),
siempre existe el riesgo de una foto (…), nos haría mucho daño”.
La cantante quería hacer pública su separación de Antonio de la Rúa y
explicar que no afectaría la cooperación que los dos habían forjado. De
la Rúa aceptó.
Poco después, en los primeros días de 2011, ambos se encontraron en
Biarritz, una pequeña ciudad francesa a las orillas del Mar Cantábrico.
Acordaron anunciar el fin de su relación, que hasta el momento había
sido presa de abundantes rumores. “A nuestros amigos y allegados”, rezaba la carta que apareció en la página oficial de Shakira el 10 de enero. “Durante
casi 11 años de relación nos hemos amado profundamente, cuidado y
acompañado (…). Desde agosto de 2010, y de común acuerdo, nos estamos
tomando un tiempo aparte (…). Antonio continúa llevando todo lo
relacionado con mi vida artística y mi carrera tal como lo ha hecho
siempre”. Ambos firmaban el mensaje y le ponían así punto final a un capítulo de sus vidas.
Pero la historia no terminó allí. Casi dos años después del final feliz consignado en la página web de la barranquillera, SEMANA tuvo acceso a
la demanda que Antonio de la Rúa le puso a Shakira Isabel Mebarak
Ripoll –así es su nombre de nacimiento– el pasado martes 20 de noviembre. En un documento de 49 páginas, radicado ante la Corte Suprema del Distrito de Nueva York, el argentino acusa a la artista de haber roto un acuerdo oral que los habría asociado y que le habría permitido a ella convertirse en una estrella mundial del pop y acumular una enorme fortuna. Con base en e-mails, comprobantes de ingresos y muestras de la prosperidad de la supuesta alianza, De la Rúa le reclama a su ex novia
que le reconozca sus honorarios del año 2011 y su participación de las
futuras ganancias de la “marca Shakira”. La cifra podría superar los 100
millones de dólares. Además, el argentino la acusa de iniciar una campaña en su contra “para reescribir la historia” y de denunciarlo “falsamente” por haber tomado “fondos de la empresa de forma inapropiada”.
La demanda, que desde la semana pasada es de acceso público,
constituye el clímax de una riña en que la antigua pareja está
enfrascada desde 2011. La pelea ha suscitado rumores, se ha transladado a
la prensa sensacionalista y ha hecho viajar a abogados a lo largo y
ancho del planeta. Pero solo hasta hoy son visibles las ruinas en que ha
quedado la relación de dos personas que de jóvenes fueron amantes, que
con el tiempo se hicieron famosos como dúo empresarial y que ahora se
atacan como enemigos.
SEMANA revisó la demanda, habló con allegados a la pareja y
reconstruyó la historia. Un vistazo a la prensa basta para conocer la
superficie. Antonio de la Rúa, que tiene domicilios en Uruguay y Nueva York
y viaja a ritmo semanal por obligaciones de negocios, se ha vuelto a
enamorar. Desde 2011, su nueva pareja es la ex reina de belleza
colombiana Daniela Ramos. Shakira lleva más de dos años cultivando una relación con Gerard Piqué,
un futbolista del Barcelona, de quien espera un hijo. Ella es
mundialmente famosa no solo por su capacidad sobre el escenario, sino
también por su empeño, su olfato comercial y su dedicación a construir
una imagen. Sus triunfos le han traído riqueza. Se ha lucrado de un contrato con la empresa de perfumes Puig y de otro más con la poderosa firma musical Live Nation, productora de estrellas como Madonna y el rapero Jay-Z.
De acuerdo con la demanda, Shakira posee sociedades en Luxemburgo y Malta, las British Islands y las Islas Caimán, y es dueña de participaciones en proyectos inmobiliarios. Según la revista Dinero, en 2011 ella tenía, entre otras cosas, parte de una isla en las Bahamas, una casa en Italia, un penthouse en Nueva York y una mansión en Miami y participaba de un proyecto de inversión en Barranquilla junto con el beisbolista Édgar Rentería.
Preside la Fundación Pies Descalzos y la Fundación Alas. La revista
Forbes la considera una de las mujeres más poderosas del mundo.
De la Rúa es mucho menos famoso que su ex novia, pero aun así, un
hombre adinerado, una figura reconocida en América Latina y una vedette
en su natal Argentina. Detrás de cámaras, el hijo mayor del ex
presidente Fernando de la Rúa es un ejecutivo de saco y corbata que se
mueve por Nueva York como pez en el agua. Dirige, entre otras cosas, la
compañía G2 Investments que tiene una centena de empleados, factura varios millones de dólares e impulsa negocios en América Latina. En Colombia gestiona la siembra de soja y maíz en la Altillanura.
Una novela de amor y éxito
Cuando se conocieron en 2000 en un restaurante de Buenos Aires, sus
vidas eran distintas. Ella tenía 23 años, él 27, y ambos disfrutaban de
cierta fama. Shakira había sido una niña prodigio del espectáculo, que
en su adolescencia en la costa caribe había grabado dos álbumes y
atraído a grandes productores. A finales de los '90, era la consentida
del rock-pop nacional. Sus álbumes Pies Descalzos y ¿Dónde están los
ladrones?, le habían granjeado reconocimiento en América Latina. Un año
antes de conocer a de la Rúa, había aparecido en el ‘Unplugged’ de la
cadena musical MTV. Con el pelo teñido de rojo, la cara pálida y la ropa
oscura, encajaba en la onda alternativa del panorama hispanoamericano.
El perfil de Antonio De la Rúa no podía ser más distinto. Su
carrera había empezado temprano. Siempre fue cercano a su padre Fernando
y a los 12 años ya soñaba con ser un político. Nunca lo fue, pero desde
su adolescencia estuvo involucrado en la carrera de su padre. Apenas
había alcanzado la mayoría de edad, cuando lo asesoró en su triunfo
electoral como alcalde de Buenos Aires. Tras estudiar Derecho, tomó las
riendas de su campaña presidencial, algunas de cuyas cuñas más exitosas
venían de Antonito –como lo llaman en Argentina– y un grupo de
jóvenes asesores, cuyos encuentros en un restaurante japonés les
valieron el nombre de Grupo Sushi. Críticos del gobierno de Fernando de
la Rúa, que terminó con acusaciones de excesos y corrupción y con el ‘corralito’ –el debacle financiero de diciembre de 2001–, veían en el hijo del presidente la reencarnación de José López Rega, el misterioso hombre a quien se le adjudicaba ser el verdadero dueño del poder durante la era de Juan Domingo e Isabelita Perón.
“A pesar de lo distintos que eran, cuando se conocieron advirtieron que hablaban el mismo idioma”,
le dijo a SEMANA un argentino que fue amigo de la pareja y pidió el
anonimato. Shakira y Antonio de la Rúa se enamoraron y construyeron una
sólida unión. Él siguió escribiendo discursos y campañas proselitistas
para el tambaleante gobierno de su padre. Según el diario Página/12, el
delfín vivía de lunes a miércoles en una quinta en Buenos Aires. Pasaba
el resto de la semana en el más reservado sector de Punta del Este,
donde Shakira había instalado a sus músicos para grabar su primer disco
bilingüe: Servicio de Lavandería.
Fuente: urgente24.com
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