Fiona Ferrer, relaciones públicas high class, prolífica empresaria, ideóloga de Supermodelo y exdirectora de la prestigiosa Elite Model España entre muchas cosas, se estrena con WACU GIRLS (MR Ediciones) en el mundo editorial, un libro donde aborda la vida al más puro estilo Sexo en Nueva York. Vanitatis ha hablado con ella sobre su futuro, su pasado y, sobre todo, de su presente.
Nos presentas a las WACU girls en un libro que en unos días irá por su segunda edición, ¿cómo son esas mujeres?
Es
 una historia de unas chicas adolescentes que reflejan a la generación 
de mujeres actuales y que transcurre entre París, Nueva York, Madrid y 
Londres. Yo me rodeo de las WACU girls todos los días. Mujeres 
que quieren ser exitosas en la vida, en el amor y en la profesión. 
Mujeres que no son perfectas, pero sí perfeccionistas. Esa es la 
filosofía del libro. Por encima de todo, una WACU sabe que lo que de verdad importa es su familia y sus amigos.
¿Quién encarnaría el mejor ejemplo de chica WACU hoy en día?
El
 paradigma sería Shakira, que desde muy joven está al pie del cañón. Es 
cantante, se preocupa por su país, intenta ayudar a los que peor lo 
pasan… Ana Botella, casada con un expresidente del Gobierno y alcaldesa 
de Madrid, también es una WACU de los pies a la cabeza.
¿Es Fiona Ferrer una WACU girl?
No
 me considero una mujer exitosa, pero sí que estoy en la línea del 
éxito. Me exijo mucho a mí misma. Nunca creo que sea suficiente. Además,
 estoy rodeada de gente que es mucho más importante que yo. Pero lo que 
tengo de estas chicas, que son World, Ambitious, Cool and Unique,
 es que hay que caerse y volverse a levantar. He aprendido que da igual 
los contactos que tengas, si no los sabes utilizar. Hay que intentar ser
 siempre la mejor. Yo nunca lo fui, era un desastre en los estudios, 
pero terminé con dos carreras, cinco idiomas y mi propia empresa.
¿Cómo
 es posible no dejarse llevar por la frivolidad y aprender a gestionar 
todos los sentimientos que fluyen en el mundo de la moda y en el de las 
fiestas en el que se contextualizan sus personajes?
Mi padre antes de irme a París, me regaló El Arte de la Prudencia. Lo leí y me ayudó mucho. Yo conservo mis amigas de siempre. Nos llamamos las destroyers y sigo saliendo con ellas.
Pero usted es rostro habitual en los encuentros festivos y reuniones de la jet set…
Sí,
 bueno. Yo creo que hay que ser natural y prudente a la vez. Hay que 
conocer a la persona con la que estás. Si acompaño a mi marido Jaime a 
alguna cena con políticos, me muerdo la lengua si no sé de lo que están 
hablando y así intento evitar motivos de conflicto.
¿No hay intrigas y venganzas en su mundo?
Existe
 la traición, claro. Me han pasado tantas cosas surrealistas… Con el 
tiempo, he aprendido a tomarme todo con sentido del humor. Hay cosas que
 no me caben en la cabeza, por eso es mejor reírse y punto.
¿Cómo se enfrenta una WACU como usted a las relaciones amorosas?
He
 sido de relaciones largas. Mi marido [el empresario Jaime Polanco] por 
ejemplo ha sido muy importante. El es uno de los pilares de mi vida.
¿Cómo recuerdas el día de tu boda?
Disfruté muchísimo, como lo hace una buena WACU.
 Invité a gente de fuera y tanto Jaime como yo estuvimos con los 
invitados todo el día al pie del cañón. Éramos siempre los últimos en 
acostarnos, porque estábamos tan agradecidos y felices.
¿No le gustaría ampliar la familia?
Me
 encantaría tener hijos, pero no ha llegado el momento.  Espero que no 
se me pase el arroz. Sé que hay que ser muy responsable y hacer 
sacrificios personales para dárselo todo al bebé.
Hay momentos complicados, en los que cuesta incluso ser WACU. El 2010 no fue un año fácil para usted. Perdió a Dieter, el marido de su madre…
Hay
 veces que piensas que estás dentro de una película de terror. Recuerdo 
ese día como el más surrealista e impresionante de mi vida. Mi cuerpo no
 sabía cómo reaccionar y mi cabeza estaba pensando. Ya no puedo ver este
 tipo de pelis en la tele, porque pienso que puede ocurrir en la vida 
real.
¿Se le vino el mundo abajo?
Sí,
 pero gracias a ese día me he vuelto a levantar. Comprendí que me tenía 
que despedir de mi gente siempre con cariño y afecto, porque no sabes 
hasta cuándo vamos a estar aquí. Hay que beberse la vida a sorbos, hay 
que estar preparado ante la muerte… Lo bueno es que Dieter me dijo 
minutos antes: “Baby, I love you”. Siempre que miro al mar, sé que él 
está ahí, conmigo, con nosotros.
¿Qué opina de los que piensan que usted es un poco pija?
Creo que la palabra pija es peyorativa. Yo me considero más WACU.
 Si se entiende por pijo tener tres mayordomos y que vengan al pulsar un
 botón, puedo decir que no lo soy. No tengo ni mayordomo ni botón.
¿Cómo es usted en realidad?
Soy
 como Casilda, la protagonista principal del libro, que tiene muchas 
cosas de mí. Ella es profundamente romántica, pero al final se pone 
firme. Soy así con todo: amor, trabajo… No soy de las que te dice todo, 
pero doy señales con las que una persona es imposible que no se dé 
cuenta. Soy muy imaginativa y muy alegre. Estoy todo el día creando, 
pensando en cosas. Tengo mucho sentido del humor y me encanta disfrutar 
de mis amigos.
El peor rasgo de una persona es…
La envidia. No la soporto.
¿Ha tenido que renunciar a algo para estar en su posición actual?
Siempre
 he tenido las ideas muy claras. Me alegro de que mis padres hayan sido 
muy duros en ciertas cosas. Me decían que  ellos no iban a estar siempre
 ahí. El día que me gradué, mi padre me dijo que me tenía que 
independizar. Me puse las pilas. Cuando era muy joven, un psicólogo en 
mi colegio me dijo que no llegaría a nada en el mundo de la 
comunicación. No era buena en los estudios. He terminado superándome a 
mí misma, con muchas ganas de trabajar y un gran esfuerzo.
Fuente: vanitatis.com
 

 
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